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Restaurantes que abren y restaurantes que permanecen: dos especies distintas

  • Foto del escritor: Rodrigo Durand Cerda.
    Rodrigo Durand Cerda.
  • hace 16 horas
  • 2 Min. de lectura
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En la última década, la industria gastronómica ha vivido uno de sus mayores espejismos: creer que abrir un restaurante es sinónimo de tener un negocio. Nada más lejos de la realidad. Abrir es un acto puntual; permanecer es una disciplina. Uno es un evento, el otro una estrategia. Uno se celebra, el otro se construye.

Hoy podemos recorrer cualquier ciudad y encontrar locales impecables en su primer mes, con cartas atractivas, mobiliario nuevo y una comunicación prometedora. Pero basta regresar 90 días después para descubrir la verdad incómoda: el brillo inicial no sostiene una operación si detrás no existe un modelo, una cultura y un propósito.


Abrir es fácil. Permanecer exige método.

Un restaurante que abre suele centrarse en la forma:

  • La decoración

  • La carta

  • Las redes sociales

  • La inauguración

Todo eso importa, pero ninguno de esos elementos garantiza que el negocio sobreviva al primer invierno, a la primera baja de ventas o a la rotación de personal.

Un restaurante que permanece comprende algo que muchos omiten: la gastronomía es un sistema, y como todo sistema, se debe diseñar, medir y gestionar.

Las diferencias son evidentes

El que abre:

  • Compra equipamiento sin plan productivo

  • Diseña la carta antes del modelo de costos

  • Contrata personal sin perfiles definidos

  • Busca likes antes de buscar identidad

  • Vive de la intuición

El que permanece:

  • Piensa la cocina como una fábrica

  • Diseña precios antes de imprimir la carta

  • Selecciona equipos para su flujo real de producción

  • Forma cultura, no solo elenco

  • Entiende que la experiencia del cliente no es decorativa, es estratégica

Ahí está la línea divisoria entre un negocio romántico y uno sostenible.


La gastronomía no es solo emoción

La pasión abre puertas, pero la gestión las mantiene abiertas. Permanecer implica reconocer que cocinar no basta; hay que operar con rigurosidad, entender los costos, formar equipos y construir una identidad que se defienda sola, sin discursos forzados.

Un restaurante que permanece no improvisa, porque entendió que la improvisación es el lujo más caro del rubro.


Hoy, permanecer es un acto profesional

El mercado ya no premia a quien hace ruido, sino a quien resiste. No sobreviven los más grandes ni los más lindos: sobreviven los más preparados.

Esa es la diferencia entre tener un local y tener un modelo. El primero se inaugura; el segundo se diseña, se ajusta, se controla y se multiplica.

La pregunta final no es cómo abrir.

La pregunta es:


¿Tu proyecto abrirá o permanecerá?

Descubre cómo podemos ayudarte a construir un negocio sostenible.


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